PARA LAS FAMILIAS

Traduce esta página a otros idiomas

domingo, 16 de diciembre de 2018

Grano a grano.

Tenemos en nuestras manos a los niños y niñas del futuro, a las personas que poco a poco irán sumergiéndose en el entramado social. Por eso es de suma importancia acercarlos hacia una visión igualitaria de las cosas, para que toda persona habitante de este planeta tenga los mismos derechos y oportunidades. Eso es la igualdad, porque claro está que cada persona es única e irrepetible.

En este caso tocó trabajar la igualdad. Y no es cosa de un día. En cada momento, en cada vivencia, en cada actividad intentamos acercar a los niños y niñas hacia la igualdad.

Para conmemorar el 25 de noviembre, en el cole hemos realizado una actividad, y además, también hemos llegado más lejos participando en un acto local.

Como responsable de Igualdad del Centro, destaco el importante mensaje que contiene la actividad en el texto que creé para tal efecto. Aquí os dejo una muestra.





Os comparto también el cuento

" Semillas de igualdad"


Quizás nadie se ha dado cuenta, pero cerca, muy cerca existe un árbol. No es un árbol cualquiera, es un árbol con una hermosa historia, una historia que nunca debemos olvidar. ¿Cómo? ¿Qué aún no la conocéis? Pues escuchad y para siempre.

Existía una vez una mujer. Ella siempre reía y sonreía, parecía tan feliz. Al tiempo conoció a un chico. La protegía y cuidaba como flor hermosa, pero por desgracia esta historia no continua de la misma forma. No tardo mucho tiempo y el amor se convirtió en obsesión. Las prohibiciones se hacían notar, las caricias se transformaron en golpes, los besos apasionados en palabras de ira y odio y poco a poco la sonrisa de aquella joven se fue perdiendo.
No muy lejos de allí vivía otro joven, pero su historia es algo distinta, el nunca sonreía y andaba cabizbajo por donde pasaba, como si cargara sobre sí una pesada mochila, pero en su espalda no se veía nada. Nunca se le veía con nadie, y nadie sabía mucho sobre su vida, simplemente que era un muchacho algo tímido, algunos lo llamaban RARO.
Un buen día como si el destino lo hubiera querido, la mujer y el joven decidieron caminar y caminar para escapar de aquello que les atormentaba. Tras un buen rato. La joven llegó a un árbol y cansada se postró ante él. Su cuerpo magullado por los golpes que recibía necesitaba descansar, así que cerró los ojos y a los pies del viejo árbol se quedó dormida, y en ese profundo descanso soñó algo sorprendente. De repente unos suaves dedos despertaron a la chica. Ella, boquiabierta, no daba crédito a lo que veía. Aquellas manos suaves que la despertaron pertenecían al chico que llamaban RARO.
Eres tú –dijo la chica- Tú apareciste en mi sueño. El joven confuso preguntó qué era lo que ocurría en ese sueño y la chica respondió:
Lo que ocurría en el sueño es que tú y yo cambiábamos el mundo, tu y yo sanamos algunas heridas que hoy poseen las personas, tu y yo encontramos algunas cosas maravillosas y las colgábamos en este viejo tronco que nos acompaña. Pero como has llegado hasta aquí, acaso eres un sueño. El joven, con la mirada vidriosa comenzó a hablar:
No soy un sueño, al contario, más bien sería una pesadilla, como la que cada día vivo en mí. Desde pequeño me han rechazado. A mí no me gustaba el futbol como a los niños de mi clase, ni tampoco vestirme de superhéroe. A mí me gustaba ser princesa, calzarme tacones y soñar que bailaba libre en un gran palacio de cristal, pero esos bonitos sueños para mí se convirtieron en un yugo, en unas cadenas que siempre arrastré y que ni mi propia familia me ayudó a romper.
En ese momento la chica acercó sus suaves manos al rostro del joven y secó sus lágrimas.
En ese momento supo perfectamente que es lo que tenía que hacer. Agarró de las manos al joven y le dijo: cierra los ojos y sueña, sueña con un mundo mejor, sueña con aquello que deseas, con aquello que quieres que brote en el mundo. Y así lo hicieron. Ambos jóvenes apretaron sus manos y comenzaron a soñar. En ese momento del árbol brotó una hoja de un verde intenso, el verde de la ESPERANZA, la misma que tenían aquellos jóvenes en construir una sociedad mas justa.
Y soñaron con la BONDAD, esa bondad necesaria para que cada corazón sepa dar cariño a cada persona de su alrededor.
Y soñaron con el RESPETO, ese respeto que debe reinar para que cada persona de este mundo se sienta libre.
Y soñaron con la TOLERANCIA, y con ella el mundo se llenó de AMOR, y con el amor la AMISTAD.
Y soñaron con la LIBERTAD, aquella que necesitamos para ser quien verdaderamente queremos ser.
Y soñaron con el CARIÑO, esas pequeñas gotitas que nos llenan de alegría y que tanto necesitamos.
Y tan bonito quedo el árbol que decidieron llamarlo IGUALDAD. Y decidieron protegerlo para que nadie lo dañase, por eso convirtieron sus ropajes en jirones que cosieron para hacer una hermosa manta con la que tapar el árbol.
Tan exhaustos quedaron de tan duro trabajo que ambos quedaron dormidos uno junto al otro a los pies de Igualdad, el árbol que habían confeccionado. Como por arte de magia, aquellos jóvenes poco a poco fueron transformándose en dos precisos pájaros violetas. Y cuando despertaron volaron y repartieron semillas de aquel árbol por el mundo, y en cada lugar, por pequeño que fuese, broto un árbol igual que el que aquellos dos jóvenes crearon.

No nos vamos a engañar, esto tan solo es una historia, pero ojalá algún día veamos volar cerca de nosotros a dos hermosos pájaros violetas. Y ahora cerrad los ojos y soñad.

Autor: J. Miguel Muñoz


Por último, agradecer la participación y colaboración de todas las entidades y Centros Educativos participantes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario